La valentía del escepticismo

No creer implica que lo que tenemos en nuestra realidad es lo que hay. Que tan solo disponemos de un mundo de egoísmo, de vanidad, de lucha interna constante, de odio, xenofobia... Por supuesto no sólo hay cosas malas en el mundo, también hay amor, placer, alegría, felicidad. Pero una cosa no quita a la otra. Pero no creer significa que cuando parece no haber nada bueno, sólo queda la cara más pestilenta de la sociedad. No creer significa no tener esperanza de que todo vaya a mejorar.

Para algunos ateos (utilizo ateo con un claro abuso del lenguaje, me refiero al que no cree ni en ningún tipo de dios ni nada por encima de la naturaleza física) como yo, el hecho de no creer en una explicación del universo que se escape a la naturaleza, implica que entonces de alguna manera el sentido de nuestra existencia pasa por la comprensión pura de la naturaleza como si al aceptar que lo que vemos es lo que hay la única misión de un organismo inteligente en el universo sea la de descifrarlo y, quizá, comprender su significado.
Esto al no-creyente no le apoya en situaciones de crisis. El escepticismo es un acto de pura valentía en el que se reconoce que uno está solo frente a las agresiones del día a día y se ve dispuesto a superarlas con lo que la naturaleza nos provee.
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Un abrazo!!