La naranja mecánica: La tiranía de los hombres malos
En La naranja mecánica, Anthony Burguess y, posteriormente, Stanley Kubrick en su lograda adaptación, nos presentan un futuro cercano en que el vandalismo ha alcanzado terribles cotas de incidencia.
La naranja mecánica es un libro presentado por un chico muy especial, Alex. Es un chaval de apenas 18 años, inteligente, sensible, melómano (se considera un profundo fan de Beethoven) y sobre todo fan de la ultra-violencia, en palabras del libro. De ir a dar una paliza con porras a un mendigo, de entrar en casa de un escritor para destrozar su casa, violar a su esposa y de pegarle una paliza al ritmo de Cantando bajo la lluvia, de la violencia por el puro divertimento de la agresividad. Sin discriminar negros, blancos, pobres, ricos. Sólo violencia.
Pero Alex es, como ya dije, un chico muy especial, de alguna manera consigue sensibilizarnos y que sintamos pena por él cuando, engañado por sus drugos es encarcelado por un asesinato que cometió cuando intentaba dejar inconsciente a una mujer con un golpe en la cabeza.
Aquí radica lo especial de la historia. Ahora que nos han presentado cómo es su mundo, cómo se desenvuelve en la violencia, convenciéndonos de lo terrible que es que una persona sea tan cruel, violenta y pervertida, nos muestran en pantalla lo que podría ser una cura para gente como él: el método Ludovico.
Bajo la promesa de poder salir de la cárcel antes, pues sería curado de su actitud agresiva, Alex se deja tratar por un grupo de doctores que le obligan a ver con la vista fija una serie de vídeos de ultra-violencia mientras le inducen náuseas mediante electrodos.
Una vez curado, se nos hace una presentación de la situación del personaje: es incapaz de responder a la violencia ni de tener impulsos sexuales. Y aquí es donde aparece la segunda crítica de la historia, el ser humano deja de ser persona cuando es quitada de violencia y sexo. Si no puedes enviar a la mierda a alguien, serás tú quien coma mierda. El caso de Alex es incluso peor, pues con su vida anterior no son pocos los que desean para él el mal.
La sociedad es una pequeña jungla con depredadores y presas, y es el violento el que gana. Quizá no el violento físicamente, pero sí el más fuerte, y esta es para mí una de las más interesantes ideas que se plantean aquí. Porque aunque se nos pida siempre que seamos buenos, que seamos castos y puros, que ayudemos al prójimo, etc., es algo imposible, porque la gente así no es feliz. Es lo que siempre vemos, cuando uno es bueno vemos que la tiranía de los hombres malos es la que obtiene todas las ventajas. Mientras la gente buena evita la violencia, porque es lo que hacen las buenas personas, los malos idean nuevos métodos de control.
Los hombres buenos no pueden competir con los malos y es por eso que las cárceles están llenas, como en el mundo descrito por A. Burguess.
Comentarios
Un besillo
Ah, y la pelicula buenisima...debería plantearme leer el libro, no??
Un beso ;P
Helen: Es que para mí lo peor es que parece que en el mundo se respeta más el que es más irracional que el que respeta más a los suyos. El lado oscuro de la fuerza es más fácil xD. Ah, y el libro has de leértelo! me lo traeré de Palma en poder :D.
Jeanette: Sólo digo que en nuestra sociedad tienen más éxito los desalmados que los buenos. Existe la expresión "de bueno, tonto" y al malo sí que se le dice "míralo qué listo". Tú misma dices que vivioms en un mundo cruel y violento, eso también pareces desesperanzada.
Y en cuanto a la moraleja que nos propones, hombre en esta vida hay que ser realista, y sí, la sociedad es un cesto de manzanas podridas la gran mayoría de ellas, que los hombres buenos lo tienen más complicado que los malos para abrirse paso en la vida? Pues yo te diría que lo cortes no quita lo valiente, fácil no va a ser pero en esta vida nada que valga la pena es fácil :)
aún en la época que saca lo peor de él ...
Y no, NO hay esperanza, ya que la maldad es algo cosustancial al ser humano.
Además ¿donde acaba el bien y comienza el mal? mientras para unos el aborto es un acto de bondad para evitar un desarraigo social y económico, para otros resultan un asesinato sin paliativos.