Reivindicación del género vampírico
Sobre la ciencia ficción, el otro día escuchaba a Phillip K. Dick, autor de numerosas novelas de ciencia ficción como Minority Report, en una entrevista incluida en el contenido adicional de un DVD (el de A Scanner Darkly, protagonizada por Keanu Reeves y otros actores de renombre). Este escritor siempre me ha parecido uno de los más originales del siglo pasado, con ideas increíbles e innovadoras, llevando los planteamientos siempre a un punto de vista de lo más interesante. Mi única queja respecto a este hombre es que quizá sus libros no resultan tan buenos como en su planteamiento podría sugerir. En fin, a lo que iba, que siempre me voy por las ramas, en la susodicha entrevista, el escritor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Blade Runner) hablaba de que cuando él empezó en el mundo de la ciencia ficción, éste era un género denostado, reservado únicamente para adolescentes que leían novelas por capítulos en revistas de ciencia ficción, muy populares a mediados del siglo pasado en Estados Unidos.
Y pensándolo, me he dado cuenta de que ahora mismo existe un género igual de despreciado como antaño la ciencia ficción, aunque en este caso sea más bien un subgénero: los vampiros. Entre el supuesto terror, la novela romántica y de misterio, una literatura que nos ha dado verdaderas joyas como Drácula (de Bram Stoker) o Entrevista con el vampiro (de Anne Rice) ha acabado ofreciéndonos títulos de dudoso valor con el máximo exponente de la saga Crepúsculo de Stephanie Meyer o de innumerables secuelas de Anne Rice de sus Crónicas Vampíricas, aunque los tres primeros, sobre todo el primero ya nombrado, se salvan sobradamente.
El género vampírico es, pensándolo fríamente, un tipo de literatura que podría dar lugar a buenas obras. Contiene buenos ingredientes: protagonistas con toda una eternidad para ser sabios, una naturaleza salvaje que otorga carisma al personaje, la intimidad de la noche que siempre alimenta los sentimientos más profundos… Y debido a esta misma sencillez, es un género que ha acabado siendo explotado hasta extremos terribles.
Podemos analizar en profundad la queridísima por cualquier librófago: Crepúsculo. Me prestaron el primer libro, y aunque no pude terminarlo sí que he visto las dos primeras películas. La escritora en las novelas demuestra una absoluta falta de talento, ofreciéndonos frases cortas y descripciones que parecen de adolescente que escribe una novela de vampiros mientras actualiza su fotolog. Los estereotipos utilizados son vacíos, y yo, como mucha otra gente, aún nos sorprendemos de que prefiera al sosainas de Edward que al sonriente y musculoso Jacob (el chico licántropo que desde que fue al gimnasio no tiene dinero para comprarse camisetas ni del Decathlon). Las influencias de la saga de Anne Rice en S. Meyer son bastante claras, también el juego de rol Vampiro: La mascarada se nota que es del gusto de la escritora. Pero partiendo de una base literaria más o menos decente, o que al menos daría bastante mejor resultado, no necesariamente se obtiene un buen resultado si se le quita todo lo que hace interesante el género. Los vampiros aquí se ven despojados totalmente de esa idea de seres terroríficos a la vez que humanos, aquí no son más que tristes desechos humanos que lo mejor que se les ocurre con una vida eterna en sus manos es ir al instituto año tras año. Claro que el que unos vampiros de aparentemente 16 años, que en realidad en la película aparentan 20, no puedan decir que trabajan porque tienen 18 es simplemente la excusa que se le ocurrió a la escritora para meter con calzados la idea de que ese compañero de instituto guapo y misterioso puede ser en realidad un vampiro de tres siglos de antigüedad que se enamorará de ti porque el hecho de que tú seas una chica callada en tu instituto implica que tienes la madurez suficiente para enamorar a un experimentado inmortal.
Un vampiro tiene que ser profundo, pero terrorífico. Independiente, pero que evita la absoluta soledad de la eternidad. Ha de ser nocturno, ha de beber sangre, ha de encandilarnos con su sola presencia y su sonrisa ha de ser suficiente para convencernos de que un beso en el cuello no es tan mala idea. Aunque también debo reconocer que la versión más puramente terrorífica del vampiro, como en 30 días de noche (me refiero al cómic) puede ser más que apta e interesante para los propósitos de un escritor hábil.
Este género no tiene por qué ser de adolescentes, de aquí pueden salir muy buenas obras, y odio ver que sólo se hacen famosas las más inocentes versiones de los chupasangres. Así que reivindico, como antaño se hiciera con la ciencia-ficción, la posibilidad de escribir buena literatura de vampiros. Sólo necesitamos escritores inspirados y editores arriesgados.
Espero que no sea pedir demasiado.
Comentarios
Yo soy muy fanatica de lo paranormal, lo fantastico y lo mitologico, y considero que tanto los vampiros como los licantropos tienen una fascinante mezcla de las tres cosas. Pero esta nueva saga de vampiros benevolos, vegetarianos y humanos no hay por donde cogerla. Entiendo que los vampiros han de ser bellos, atractivos, pues su fin es atraer a las presas para ser deboradas. Nada de purpurinas ridiculas con los rayos de sol, porque esa es otra, ya ni cruzifijos, ni ajo, ni espejos y por ultimo el sol les molesta. Los vampiros son seres maleficos, hijos del diablo, semillas del mal y por lo tanto entendía que estubieran ligados a ciertas creencias y símbolos, pero ahora son seres immortales casi indestructibles sin ningun tipo de lazo con los vampiros de antño, autenticas criaturas terrorificas, salidas de ataudes y absolutamente desalmadas.
Ya la culpa la tiene Anne Rice y sus vampiros humanizados, con remordimientos y buenos propositos. Su literatura impoluta y sus extravagantes y magnificos paisajes salvaban sus libros de la hoguera de la literatura barata. Stephanie Meyer no tiene esta suerte. Yo soy la culpable de que Demostenes empezará el libro de Crepusuculo, que yo me he leído intrigada por las hordas de fans de todas las edades que ha cosecha por todo el mundo. Y estoy de acuerdo con Demostenes en que estamos ante literatura vacía y de baja calidad: excesivos dialogos que no aportan nada a la trama, narración en frases cortas y sencillas y descripciones pastelosas dignas de las mas malas novelas rosas. Parece que estemos ante el primer borrador de una novela a 2 euros. Sin embargo, ha sido capaz de cosechar tantas admiradoras, algo que no llego a comprender.
Cuando volvamos a los vampiros malvados, bellos y temibles, vampiros como el de Bram Stoker, 30 dias de noche, incluso los de Buffy cazavampiros; entonces podremos hablar del verdadero genero vampirico con todas las letras.
A veces la cosa cuaja y a veces no.
Por cierto, pásate por mi blog http://entregamers.blogspot.com y sígueme!
http://dickteniarazon.blogspot.com/
Un saludo!
Me he quedado flipado cuando he visto que "Demóstenes" había dejado un comentario. Com si yo mismo me hubiese comentado en algún momento de sonambulismo :P.
Phillip K. Dick era quizá un poco "talibán" y se debía creer mejor escritor de lo que es. Aunque bueno, era un poco yonki así que se lo perdonamos xD. Para mí las "space opera" también son ciencia ficción. De hecho la propia definición de ciencia ficción es la de crear o idear historias que exprimen los límites de la ciencia. Eso por supuesto que él lo hacía, pero también sería ciencia ficción Star Wars que sólo es una historia de samuráis futuristas.