La muerte de los valores católicos, el fin de la Iglesia.

Desde un punto de vista eclesiástico, soy capaz de entender a Rouco Varela. La sociedad apenas sigue los mandamientos, somos narcisistas, lanzamos improperios -"¡me cago en Dios!"-, mentimos... nos saltamos a la torera los 10 Mandamientos y los 7 pecados capitales. No es que sea postmoderno-centrista, no creo que seamos los que hemos popularizado el uso de estos pecados, si nadie lo hiciera no sería pecado, pero ahora su popularidad ha traspasado a lo políticamente correcto.

Es políticamente correcto tener relaciones con una pareja estable sin fines reproductivos -lujuria-; nos drogamos -gula, tomando su definición original-; con el neoliberalismo todo el mundo busca acumular más riquezas que su prójimo -avaricia-; discriminaciones de todo tipo y manera, no sólo las clásicas -ira-; seguimos la ley del mínimo esfuerzo como pequeños burgueses acomodados -pereza-; codiciamos los bienes ajenos y hacemos espectáculo de ello como en los programas del corazón -envidia-; pero lo peor de todo es el sentimiento humano de que somos algo superior, un español es mejor que un inglés porque ellos son mejor estirados, mejores que los latinoamericanos porque ellos no son trabajadores serios, mejores que los musulmanes porque ellos siguen una religión absurda, mejores que los americanos porque son estúpidamente patriotas, mejores que los italianos porque no tenemos un jefe de estado claramente mafioso... y así podría seguir -soberbia-.

¿Eso entonces qué significa? ¿Vamos a ir todos indefectiblemente al infierno por pecadores? Ya el concepto de purgatorio fue creado para dejar claro que aún tenemos un examen de recuperación por el que limpiar nuestras almas de todo pecado. Pero visto lo visto, prácticamente todo el mundo es culpable de unos cuantos pecados, excepto quizá los pecados de sangre, pero sólo por tener sexo que se escape del más básico y reproductivo, ya no hablamos de las rutas más perversas del Marqués de Sade sino de lo que hoy en día podríamos considerar normal. Tomar la píldora abortiva postcoital ya es considerado un delito contra la vida por la doctrina católica, lo que significaría que más de uno irá al infierno. Ya no hablemos del aborto o la eutanasia.

Hoy en día, los valores morales, aunque tengan base cristiana, están por encima de todo esto. El sexo es considerado algo natural, el aborto está más o menos aceptado, igual que la eutanasia. No sólo la ética, sino también la forma de ver a Dios ha cambiado profundamente, ya casi nadie piensa que rezar cada noche, ir a la iglesia los domingos y confesarse con un cura sean necesarios. Obrar según el "amaros los unos a los otros como yo os he amado" de Jesús, está más generalizado, el arrepentirse de lo que uno considera que es pecado a ojos de Dios nos parece más correcto.

¿Adónde voy con todo esto? (sé que suelo irme por las ramas, lo siento) Lo que quiero criticar, es el catolicismo light que hoy parece tan extendido. No me malinterpretéis, no es que me importe especialmente cómo lleve la gente sus creencias. Pero, suponiendo el divertido caso en que yo creyera en Dios, no me consideraría católico, ni realizaría en ese credo los sacramentos del Señor si creo que no se corresponden a mi percepción de Él. Hay tantos protestantes cristianos como abogados en Nueva York. ¿No sería lo lógico que buscáramos una iglesia que comulgara con nuestra visión.

Mucha gente dice "creo en Dios, pero no en la Iglesia". Y es cierto, Dios no nos dijo que formáramos una institución megalómana de ámbito internacional que nos diga cómo hay que interpretarle. Pero el problema es que muchos de los que dicen que no creen que la Iglesia represente a Dios, bautizan a sus hijos, se casan por la iglesia, hacen comuniones, se confirman, hacen funerales, reciben extrema unción, comulgan...

¿Cómo llamaríais a eso? A mí personalmente me parece como mínimo falta de respeto. De nuevo, no me malinterpretéis, no creáis que me importa demasiado lo que la gente haga. Pero esto sí que me afecta. Lo hace porque así estamos dándole a una institución caduca un poder e influencia que en realidad no tiene. Les estamos ayudando a que reciban unas ayudas que no merecen, quitándoselas quizá a protestantes con una visión mucho más progresista de la Biblia con la que muchos se identificarían mejor.

Y no, la Iglesia no tiene opción a modernizarse, nunca lo hará. Nunca aceptará lo que no le es propio, lo cual a mí me parece perfecto, creo que es mejor que sean consecuentes con sus propios valores, así al menos no nos parecerían un conjunto de hipócritas.